Han pasado no más de 30 días de un susto muy grande que tuve cuando mi hijo menor, Alejandro, tuvo que ser atendido en la sala de emergencia, 12 horas después de yo haberme dado cuenta que se había tragado un localizador con baterías de Apple (Apple Tag). Gracias a Dios, los médicos pudieron sacarlo sin consecuencias alguna para su salud, quedando este evento como otra historia para contar y de la cual aprender. Estoy agradecida por mi instinto afinado que me ha dado la vida, por los médicos que atendieron la emergencia, por mi esposo que tomó el primero vuelo para regresar prematuramente a la casa, por los recursos que me permitieron salir corriendo y encontrar ayuda, por mi hijo mayor y sus palabras de aliento cuando me veía angustiada...
Desde el fondo de mi corazón, siento que esta experiencia estresante, atrajo a mi vida una invitación a formar parte de un grupo de 13 mujeres participantes de una actividad social con la Fundación JuanFe, en Cartagena, Colombia, la cual acepté sin pensarlo dos veces. No tenía muchos detalles de lo que estaba programado, no conocía a nadie, más confiaba ciegamente en quienes estaban convocando la actividad. Era algo raro, porque normalmente me gusta tener el control de la situación y esta vez era diferente y dejé que las cosas fluyeran para dejarme sorprender. Solo sabía que iba a impactar una población de madres adolescentes muy necesitada, que debía llevar ropa cómoda para poder estar fresca e ir ligera de equipaje. El objetivo principal del viaje, lo tenía claro, ir a servir como gesto de agradecimiento por lo que soy y, por lo que tengo y vivo a diario.
Cultivar la gratitud no solo enriquece tu propia vida, sino también la de aquellos que te rodean.
Fueron 4 días inmersa en una realidad socioeconómica muy dura para el alma y difícil de aceptar, donde es evidente la desigualdad, la violencia, el dolor y al mismo tiempo la capacidad para perdonar, la esperanza y el deseo de superación. Una lección de vida para mí, un sacudón, un espejo. Fueron suficientes 4 días para pasar de ser un grupo de mujeres desconocidas, a sentirnos como hermanas. Cuatro días en los que la palabra "gracias", los abrazos, las lágrimas y las risas estuvieron presentes sin miseria. Cuatro días en los que, a pesar del desgaste físico y mental de las largas jornadas, la energía estaba a tope siempre, dispuesta a seguir dando y recibiendo como si no hubiera un mañana. No recuerdo haber sentido esta sensación en mi vida, de estar tan sintonizada con el agradecimiento desde el día en el que hice el pago y compré el tiquete para el viaje.
La energía que fluye en mi cuerpo después de vivir esta experiencia es diferente, más fuerte y positiva, llena de esperanza, donde mi mente y mi corazón aún están decantando las emociones vividas. Podría afirmar que el agradecimiento que di y que recibí en estos días fue tan fuerte, orgánico y permanente, que logró cambiar la química de mi cerebro y de mi cuerpo. No solo veo optimismo, sino acción para seguir haciendo lo que me corresponde desde cada uno de los roles que tengo en esta vida. Es innegable que cada una de nosotras experimenta días desafiantes y situaciones que escapan a nuestro control. A veces, atravesamos etapas marcadas por la incertidumbre y el malestar debido a distintos eventos. Aunque estos momentos pueden dificultar nuestra capacidad para reconocer y valorar lo positivo en nuestras vidas, es esencial recordar la importancia de cultivar la gratitud en nuestro día a día.
¿Cómo practicar la gratitud y el agradecimiento?
Cultivar el agradecimiento y la gratitud en tu vida puede ser un faro de luz en tiempos difíciles e igualmente una forma para celebrar las victorias. Aquí te presento algunas prácticas sencillas y efectivas que pueden transformar tu perspectiva y fomentar una actitud de aprecio y optimismo en tu día a día.
Mantén un diario de gratitud: Dedica unos minutos cada día para escribir algunas cosas por las que estás agradecido. Pueden ser cosas pequeñas o grandes, como el apoyo de un amigo, la belleza de la naturaleza o incluso algo tan simple como disfrutar de una taza de café por la mañana.
Expresa agradecimiento a los demás: Tómate el tiempo para agradecer a las personas que te rodean, ya sea a familiares, amigos, colegas o extraños. Expresar tu agradecimiento puede fortalecer tus relaciones y crear un ambiente positivo a tu alrededor.
Practica la reflexión diaria: Tómate un momento cada día para reflexionar sobre las cosas positivas y negativas que sucedieron durante el día. Reconoce por lo menos tres momentos y saca un aprendizaje de cada uno de ellos.
Cambia tu enfoque: En lugar de centrarte en lo que te falta, concéntrate en lo que tienes, aprecia lo que está presente en tu vida.
Haz actos de bondad: Realiza actos de bondad hacia los demás sin esperar nada a cambio. La generosidad y la ayuda desinteresada pueden generar sentimientos profundos de gratitud.
Visualiza tus bendiciones: Tómate un momento todos los días para visualizar mentalmente las cosas por las que estás agradecida. Imagina cómo sería tu vida sin esas cosas y considera la suerte que tienes de tenerlas en tu vida.
Sé consciente del momento presente: Practica la atención plena y enfócate en el momento presente. Aprecia las pequeñas cosas que te rodean, como el aroma de las flores, el sonido de la lluvia o la calidez del sol.
En mi viaje a través de la gratitud y el agradecimiento, he aprendido que estas simples prácticas pueden tener un impacto profundo en tu vida. La gratitud no solo es una emoción, sino una actitud que puedes cultivar. Cuando vives desde un lugar de agradecimiento, no solo mejoras tu salud mental, física y emocional, sino que también influyes positivamente en quienes te rodean.
Te invito a practicar la gratitud y el agradecimiento en tu vida diaria. Recuerda que, incluso en los días más desafiantes, hay razones para ser agradecida. La vida nos brinda lecciones, oportunidades y momentos especiales, y todo comienza con el simple acto de decir "gracias".
GRACIAS, por este mensaje. GRACIAS, por ser como eres. GRACIAS, por existir.